Muchos ladrillos debe poner Luis Enrique para construir un Barcelona campeón tras lo que se vio en el Coliseum Alfonso Pérez. El técnico asturiano señaló que quiere que su equipo sea imprevisible cada vez que sale al terreno de juego y lo ha conseguido, sus aficionados ya no saben qué equipo se van a encontrar.
Sin creación en la medular e imprecisos en ataque, sólo a balón parado crearon peligro sobre el verde getafense. Sus escasas ocasiones de gol ante la meta de Guaita no reflejaban ni la calidad, ni el presupuesto que tiene una plantilla que debe dar mucho más y que, poco a poco, se aleja de su máximo rival, un Real Madrid que sigue imparable y con cuatro puntos de ventaja.
Antes de hablar de los errores de un Barcelona que está muy lejos de su mejor nivel, no hay que olvidar de destacar los aciertos del Getafe, que siendo justos, fueron muchos. Contra priorizó en todo momento las ayudas de sus jugadores en defensa, la presión en la medular y la casi obligación de acabar las acciones ofensivas. Sus pupilos le siguieron al pie de la letra. Atrás, Velázquez y Naldoevitaron que Guaita tuviera que pasar apuros en todo momento, en la medular fueron Lacen yMichel los que trabajaron para frenar a Rakitic y Xavi y en ataque, no importaba que Yoda o Lafitabuscaran a Bravo desde lejos si ello evitaba que los culés sorprendieran a la contra a sus compañeros de la zaga.
Lo de Alves, de expediente X
Con estas armas, los madrileños pudieron estrenar el marcador, pero Bravo evitó que Lafita mandara el cuero al fondo de la red tras superar a un Dani Alves que volvió a mostrar una versión muy lejana a la que requiere el escudo que luce. El tema del lateral derecho del Barcelona es un expediente X. Ni la peor versión del brasileño permiten que Douglas y Montoya, quien es un ejemplo y entrena al máximo según Luis Enrique, tengan oportunidades.
Con estas armas, los madrileños pudieron estrenar el marcador, pero Bravo evitó que Lafita mandara el cuero al fondo de la red tras superar a un Dani Alves que volvió a mostrar una versión muy lejana a la que requiere el escudo que luce. El tema del lateral derecho del Barcelona es un expediente X. Ni la peor versión del brasileño permiten que Douglas y Montoya, quien es un ejemplo y entrena al máximo según Luis Enrique, tengan oportunidades.
Volviendo al juego de los azulgrana, se dieron dos circunstancias que no se supieron solucionar. Se usó en exceso el recurso de centrar balones al área y cuando se buscó el centro del ataque, no hubo la precisión de otras épocas que permitían a los catalanes crear espacios donde sólo había piernas. Ese juego veloz y en el que el balón iba de bota en bota como si se moviera con escuadra y cartabón, queda ya muy lejos en el conjunto culé.
Sin Neymar, Pedro no estuvo acertado a la hora de sustituirle y tanto Luis Suárez como Messi, recibieron el balón muy lejos de las zonas de peligro. Ambos controlaron el esférico de espaldas a la meta rival y con más de 30 metros por delante para llegar a los dominios de Guaita. De esta forma, sólo facilitaban la vida a la zaga azulona.
Peligro, a balón parado
Obviamente, con la calidad de las dos estrellas culés, en alguna ocasión crearon peligro pese a recibir en zonas que veían la portería con prismáticos, pero sólo a balón parado pudieron Sarcar. Messi se topó con el larguero primero y con Guaita después en su búsqueda del gol.
Obviamente, con la calidad de las dos estrellas culés, en alguna ocasión crearon peligro pese a recibir en zonas que veían la portería con prismáticos, pero sólo a balón parado pudieron Sarcar. Messi se topó con el larguero primero y con Guaita después en su búsqueda del gol.
La presión azulona en la medular obligó a los culés a que fueran Piqué e incluso Mathieu los que comenzaran las jugadas ofensivas y el resultado, solía ser siempre el mismo. Pases malinterpretados o desplazamientos de balón sin demasiado sentido.
El tiempo se iba agotando y con una mano en cada área que no se pitaron, el marcador terminó por seguir como en el inicio. Nuevo tropiezo para los culés y un éxito para los azulones. Más allá del resultado, los de Luis Enrique preocupan por la imagen y los de Contra ilusionan por lo que pueden llegar a conseguir.
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